domingo, 26 de mayo de 2013

RELACIONES DE PAREJA PARTE 1


En este artículo se va a tratar de sustancias químicas, compuestos químicos de nuestras células, que abundan en el organismo y que nos acompañan a lo largo de nuestra vida, con sus avatares y sus emociones.

La química del amor es una expresión acertada para intentar explicar, desde el punto de vista biológico, las reacciones químicas que motivan el mundo de sensaciones que se desencadena en nuestro cuerpo cuando nos enamoramos, aunque para los más románticos sea difícil de aceptar una explicación bioquímica del amor.

En la cascada de reacciones que ocasionan las emociones hay electricidad (descargas de pequeño voltaje entre las neuronas para comunicarse entre ellas y comunicar unos sistemas con otros y así coordinar las respuestas a los estímulos) y hay química (hormonas y otras sustancias que salen de los nervios y de las glándulas, y viajan por la sangre para participar en esa comunicación entre los órganos y las células). Ellas son las que hacen que una pasión amorosa descontrole nuestra vida y ellas son las que causan buena parte de los comportamientos que identificamos como el estado de enamoramiento. 

Los síntomas del enamoramiento, que muchas personas hemos percibido alguna vez (si hemos sido afortunados), son el resultado de complejas reacciones químicas en el organismo, que nos hacen sentir aproximadamente lo mismo a todos, aunque a nuestro amor lo sintamos como único en el mundo. 


De acuerdo a algunos investigadores, el amor equivale a una sobredosis hormonal, que es la que dispara las reacciones visibles y las sensaciones percibidas.



EN EL PRINCIPIO FUE EL DESEO

A través del sistema nervioso, el hipotálamo (una glándula pequeñita en la base del cerebro) envía mensajes a diferentes sistemas del cuerpo ordenando a las glándulas suprarrenales que aumenten inmediatamente la producción de adrenalina y noradrenalina (neurotransmisores que comunican entre sí a las células nerviosas y a éstas con otros órganos). 



La adrenalina incrementa la presión sanguínea, acelera el ritmo cardíaco (130 pulsaciones por minuto) y hace que respiremos más pesadamente. ¿O era eso lo que llamábamos estar enamorados?

La existencia elevada de noradrenalina en el cuerpo provoca excitación sexual y una elevación del humor y hace que nos sintamos seguros y a gusto cuando compartimos momentos con la persona que consideramos especial. El deseo sexual responde primordialmente a la testosterona. Esta hormona es de vital importancia tanto en los hombres como en las mujeres, pues los niveles altos de esta hormona van de la mano con la pulsión sexual. El cuerpo produce testosterona si nuestra mente conecta con la de otro en la sintonía del amor.

Los padecimientos y goces del amor se esconden, irónicamente, en esa ingente telaraña de nudos y filamentos que llamamos sistema nervioso autónomo. Aquí se asientan los orígenes de un montón de emociones: el miedo, el orgullo, los celos, el ardor y, por supuesto, el enamoramiento. A través de nervios microscópicos, los impulsos se transmiten a todos los capilares, folículos pilosos y glándulas sudoríparas del cuerpo. El organismo entero está sometido al bombardeo que parte de este arco vibrante de nudos y cuerdas.




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